miércoles, 25 de marzo de 2020

Julián

" Noches son las noches
son raras son las noches 
perfecto es tu broche
y somos tan diferentes"

La Gloria - Hojas Secas

Recominedo escuchar esa canción durante la lectura para entrar en clima.

Julián 

Iban a ser casi 9 meses desde que se habían separado, pensaba Julián 
que mayormente todo eso para aquel entonces era cosa del pasado, 
aunque siempre algo un detalle una canción volvía para presentarse 
ante su realidad, claramente sin aviso, como esas visitas que se 
invitan solas en los momentos menos oportunos...
Le gustaba por aquel entonces salir a caminar en las tardes, sin 
rumbo fijo, alguna Plaza seguramente sería el lugar ideal para 
despejarse de aquel departamento mal iluminado y con poca 
ventilación que lo asfixiaba y lo encerraba.
Un mandado qué no recordamos ahora, fue la excusa para bajar a la 
calle.
Era otoño, un jueves del mes de mayo, a esa hora cuando rápidamente 
se hace de noche; julián amaba colgar viendo ese color del cielo que 
sólo dura unos minutos con alguna estrella brillante de fondo 
anunciando el anochecer.
Tenía un sobretodo negro, el pelo corto pero muy despeinado, ni 
siquiera se miro al espejo antes de salir, tomó las gafas de sol que 
siempre tenía a mano y empezó a caminar por la avenida.
Hacía frío aunque le gustaba sentirlo, meter las manos en aquellos 
bolsillos abrigados.
Apenas bajó por el ascensor ya había olvidado que había salido para 
un mandado, ya no importaba...
Un cardumen de peces metálicos pasó frente a sus ojos, los autos sin 
rumbo (pensaba) con las luces ya encendidas, a dónde irán? 
Poco antes de la primera esquina giro su cabeza hacia la izquierda y 
quedó su mirada clavada el colectivo que había frenado hacía un 
instante a su costado, repasó las caras de un tirón, le parecían 
todas iguales, grises, todos pasajeros de un mismo aburrimiento 
hasta que la vió...
Carla quedó mirándolo en el momento en que el semáforo le dio luz 
verde cruzaron miradas, inexplicables en las que parece detenerse el 
tiempo.
Si me preguntan a mí creo que Julián sabía existía la remota 
posibilidad de que esa jugada sucediera, como en un sueño de poca 
monta pero con mucho detalle.
Inconscientemente sabía el recorrido y los horarios de Carla..
Habían pasado 7 meses desde la última vez que se vieron con alguna 
excusa, Julián hizo de cuenta como si nada pasara.
puta suerte la mía! (Pensó)
Pero en algún punto en alguna parte de su ser le dio una mala 
alegría aquel cruce de miradas. 
Vivía a 3 cuadras de parque Rivadavia , y aunque no le gustaba el 
barrio, amaba las plazas, todas tenían para el un encanto, ésta ir a 
una de sus preferidas; vio que estaba por cambiar el semáforo así 
que apuro así que apuro el paso, casi trotando últimos metros.
Ya en la Vereda de la plaza se calzó los auriculares, encendió el 
walkman y mientras comenzaba la primera canción miró el bondi 
alejarse de a poco, sabiendo que adentro iba también una parte de su 
corazón.
Los primeros pasos los los hizo mirando las baldosas, luces de los 
autos atravesaba la avenida comenzó a cranear triste una vuelta al 
parque y volver enseguida.
Camino la primer cuadra con paso apurado, se dio cuenta que no tenía 
a dónde ir ni tampoco adónde llegar, sonrío un instante pensando que 
su departamento iba a estar tal cual lo dejó aunque se ausentara por 
mil años.
Pisó algunas hojas secas, le daba placer el sonido que hacían cuando 
las pisaba, sintió que era algo infantil esa actitud, más también 
era algo que le gustaba...
Aunque a decir verdad con los anteojos de sol puestos no veía 
demasiado, un farol de la plaza le enseñaba la silueta de un banco, 
hacia allí se dirigió.
Por más que intentara no lograba sacar esa foto de su cabeza, 
prefería recordar esa mirada tan dulce y tan fría a la vez, la 
retuvo en su memoria antes de que se disipe en el tiempo. 
Tenía el pelo suelto, abrazaba unas carpetas y tenía puestos sus 
anteojos, (a Julián le encantaba verla con aquellos anteojos)
Sacó un porro recién armado y lo prendió sin pensarlo demasiado, 
comenzó a mirar la actividad del parque, gente que pasaba rápido a 
ningún lugar, alguno que había salido a correr, un niño caprichoso 
llorando de la mano de su madre, una pareja besándose, una anciana 
que volvía de hacer los mandados, lo de siempre.
La primera pitada fue larga, llenó su boca y sus pulmones, contuvo 
el humo pensando un segundo en aquella mirada y se quedó mirando 
aquella nube blanca dulce y espesa que salió de su boca.
Fueron tres, cuatro pitadas, vio por el rabillo del ojo gente que 
iba y venía, tenía las piernas cruzadas y la mirada clavada en el 
piso. 
- me das una pitada? 
Julián se exaltó por un instante... miró aquella sombra sin 
reconocer, más perseguido qué asombrado.
- te asustaste? 
Era Carla la mujer del colectivo.
Cuando lo vio en ese segundo que duró la mirada supo que Julián, 
estaba triste, lo conocía, después de 2 años juntos, sabía 
perfectamente lo que esos ojos traían encima..
Bajo parada a dos cuadras del parque, y tomó dirección así aquel 
banco dónde habían compartido tantas cosas juntos, besos calenturas, 
discusiones y promesas.
-qué haces!? Dijo Julián
- , nada te vi y sabía que ibas a estar acá, este es nuestro banco.
- es verdad, vine automáticamente, ni lo pensé creo, qué sorpresa 
tanto tiempo...
Julián moría de alegría por dentro, pero intentaba disimular.
- si te vi ahí saliendo de tu casa cálculo y nada me dieron ganas de 
charlar, pásame ese cigarro, dale!.
Le dijo Carla con esa sonrisa que todo lo podía.
Una hora duró la charla en la plaza, se fueron al departamento de 
Julián pidieron comida y se acostaron.
Era casi un sueño, no podía creer que Carla estuviese de nuevo 
desnuda en su cama así de la nada, se durmió alegre abrazándola.
Hasta los sueños fueron lindos esa noche, era la mañana del viernes 
y no había horarios ni alarma, apenas abrió los ojos la buscó a su 
lado para abrazarla, pero Carla ya no estaba.
Levantó la vista y vio en la mesa una hoja que así decía:
Gracias por el porro y por la comida, gracias por la noche qué 
pasamos, de verdad!
Mañana me voy a vivir a España con mi pareja que tengas buena vida 
Julián! 
Te quiero, Carla 
Julián se sentó y la leyó dos o tres veces, no terminaba de caer, 
ésta despedida era para siempre, justo cuando despertó soñando que 
la suerte empezaba a cambiar.
Miró por la ventana, era un día horrible, llovía a cántaros y en un 
segundo una lágrima atravesó su cara hasta colarse por la comisura 
del labio, sintió que tenía el sabor del
"Hasta Siempre!"

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