Un Deseo en la Locura
Página personal de Nicolás Barros, acá encontrarán las cosas que escribo y siento, espero les gusten!
martes, 6 de abril de 2021
sábado, 25 de abril de 2020
UNA MUERTE MAS POR LA TV
Esos mismos que los ves gozar con algunas noticias, sobre todo si nacen del conurbano, esa parte de la Argentina oculta
al turismo, donde noche tras noche el bien y el mal parecen pelear en una guerra eterna, allí donde terminan los edificios lindos y el asfalto, donde late el miedo cuando el sol se guarda y arranca la jodita que estos personajes esperan
ávidos cual yonky al camello.. en esas madrugadas de invierno. Ese conurbano de intermitente luminaria naranja, de laburantes y colectivos madrugadores, de raviol y fiesta, ahí donde si que se siente estar vivo.
Lo que recuerdo lo grabaron unas cámaras de seguridad, esas que las fichás y sabes que te están espiando, onda gran hermano, esas que filman en byn la vereda/entrada de garaje.
Sin dar vueltas les cuento que las cámaras filman cómo un joven de 25-30 años cae en plena calle víctima de un disparo, se recuesta lentamente sobre el asfalto, suelta su arma y se desvanece poco a poco, el periodista narra esta secuencia y disfruta: “uno menos” osa decir con una felicidad que le brota en su mirada llena de resentimiento y asco.
La escena es transmitida durante ese día una y otra vez en cadena nacional, no hay canal que no le de su segundo de fama a este pibe mientras se desangra una y otra vez en las pantallas del país. Imagino a tanta gente regocijándose con aquella muerte, pensando que ese delincuente es el causante de todos sus problemas y los males de estas tierras en el culo del mundo, y aquel plomo el alivio de que al menos esa noche ese negro no iba a meterse a su casa a robar ni tomar de rehén a su familia.
Veo al pibe caer y pienso… valía tu vida esto?
Te observo recostarte en la calle una y otra vez con ese morbo que nos regala el ojo idiota, te custodia un vigilante cómo si fueses su presa su trofeo, los vecinos hacen guardia para que no te quieras escapar; tenés los ojos abiertos, aún respirás, te moves apenas para un lado y para otro, un camión casi te aplasta una mano, los autos circulan como si nada en estos pagos ya es algo cotidiano, alguno festeja por dentro mientras se dirigen camino a que los exploten, te cuesta respirar, sabes que la herida es de muerte, sabes que te vas y estás solito, nadie piensa en vos en esa luz que se apaga, hermano lo pienso y hasta me dan ganas de llorar…
Que pensas?... pensas en los viejos? En tu chica? En los pibes?,,, todo va quedando atrás, acá si que existe la pena de muerte y la ejerce el puto estado, sobre los que somos noticia cuando nos explota un grano del culo, los negros, los peronchos, los cabeza, los bolitas, los peruanos todos juntos somos para vos una bolsa de mierda que llega hasta tus narices, sueñan muchos con llenar el hormigón con nuestros cuerpos, rebalsar el río con nuestros cadáveres , gordo!
Todavía respirás, mirás triste que no hay ambulancia ni vuelta atrás.
Este atolondrado recuerdo es para vos que moriste tirado en el medio de la calle, sin reprocharte nada, la misma calle donde tus amigos y tu familia llorarán y dejarán una flor y una lágrima cada vez que quieran recordarte, elegiste morir a quedar encerrado muchos años, elegiste morir tiroteándote con la policía, no sos mi héroe ni mi villano favorito, sabías lo que hacías… sabías lo que hacías?
Es alto el precio a pagar para morir así, no puedo dejar de pensar en tu mirada de tristeza y dolor, aún así no les regalaste una puta lágrima, ni un insulto a los que festejaban (y festejan) tu muerte, estés donde estés quiero que sepas
que te recuerdo, siempre.
lunes, 30 de marzo de 2020
Desde el espacio
miércoles, 25 de marzo de 2020
Julián
La Gloria - Hojas Secas
Recomiendo
escuchar esa canción durante la lectura para entrar en clima.
Iban
a hacer casi 9 meses desde que se habían separado, pensaba Julián
que
mayormente todo eso para aquel entonces era cosa del pasado,
aunque
siempre algo un detalle una canción volvía para presentarse
ante
su realidad (claramente sin aviso) como esas visitas que se
invitan
solas en los momentos menos oportunos...
Le
gustaba por aquel entonces salir a caminar en las tardes, sin
rumbo
fijo, alguna plaza seguramente sería el lugar ideal para
despejarse
de aquel departamento mal iluminado y con poca
ventilación
que lo asfixiaba y lo encerraba.
Un
mandado qué no recordamos ahora, fue la excusa para bajar a la
calle.
Era
otoño, un jueves del mes de mayo, a esa hora cuando rápidamente
se
hace de noche; Julián amaba colgar viendo ese color del cielo que
sólo
dura unos minutos con alguna estrella brillante de fondo
anunciando
el anochecer.
Tenía
un sobretodo negro, el pelo corto pero muy despeinado, ni
siquiera
se miró al espejo antes de salir, tomó las gafas de sol que
siempre
tenía a mano y empezó a caminar por la avenida.
Hacía
frío (aunque le gustaba sentirlo) y meter las manos en aquellos
bolsillos
abrigados.
Apenas
bajó por el ascensor ya había olvidado que había salido para
un
mandado, ya no importaba...
Un
cardumen de peces metálicos pasó frente a sus ojos, los autos sin
rumbo
(pensaba) con las luces ya encendidas, a dónde irán?.
Poco
antes de la primera esquina giro su cabeza hacia la izquierda y
quedó
su mirada clavada el colectivo que había frenado hacía un
instante
a su costado, repasó las caras de un tirón, le parecían
todas
iguales, grises, todos pasajeros de un mismo aburrimiento
hasta
que la vio...
Carla
quedó mirándolo en el momento en que el semáforo le dio luz
verde
cruzaron miradas, inexplicables en las que parece detenerse el
tiempo.
Si
me preguntan a mí creo que Julián sabía existía la remota
posibilidad
de que esa jugada sucediera, como en un sueño de poca
monta
pero con mucho detalle.
Inconscientemente
sabía el recorrido y los horarios de Carla..
Habían
pasado 7 meses desde la última vez que se vieron con alguna
excusa,
Julián hizo de cuenta como si nada pasara…
puta
suerte la mía! (Pensó)
Aunque
en algún punto, en alguna parte de su ser le dio una mala
alegría
aquel cruce de miradas.
Vivía
a 3 cuadras de parque Rivadavia , y aunque no le gustaba el
barrio,
amaba las plazas, todas tenían para él un encanto, esta era
una
de sus preferidas.
Vio que estaba por cambiar el semáforo así
que apuró
el paso, casi trotando últimos metros.
Ya
en la vereda de la plaza se calzó los auriculares, encendió el
walkman
y mientras comenzaba la primera canción miró el bondi
alejarse
de a poco, sabiendo que adentro iba también una parte de su
corazón.
Los
primeros pasos los hizo mirando las baldosas, las luces de los
autos
atravesaban fugaces la avenida; comenzó a cranear triste una vuelta al parque y
volver enseguida.
Caminó
la primer cuadra con paso apurado, se dio cuenta que no tenía
a
dónde ir ni tampoco adónde llegar, sonrío un instante pensando que
su
departamento iba a estar tal cual lo dejó aunque se ausentara por
mil
años.
Pisó
algunas hojas secas, le daba placer el crujido que hacían, sonrió y sintió que
era algo infantil esa actitud, más también era algo que le gustaba...
Aunque
a decir verdad con los anteojos de sol puestos no veía
demasiado,
un farol de la plaza le enseñaba la silueta de un banco,
y hacia
allí se dirigió.
Por
más que intentara no lograba sacar esa “foto” de su cabeza
prefería
recordar esa mirada tan dulce y tan fría a la vez, la
retuvo
en su memoria antes de que se disipe en el tiempo.
Tenía
el pelo suelto, abrazaba unas carpetas y tenía puestos sus
anteojos,
(a Julián le encantaba verla con esas gafas)
Sacó
un faso recién armado y lo prendió sin pensarlo demasiado,
comenzó
a mirar la actividad del parque, gente que pasaba rápido a
ningún
lugar, alguno que había salido a correr, un niño caprichoso
llorando
de la mano de su madre, una pareja besándose, una anciana
que
volvía de hacer los mandados,bah… lo de siempre.
La
primera pitada fue larga, llenó su boca y sus pulmones, contuvo
el
humo pensando un segundo en aquella mirada y se quedó ese momento en
aquella
nube blanca dulce y espesa que salió de su boca.
Fueron
tres, cuatro pitadas, vio por el rabillo del ojo gente que
iba
y venía, tenía las piernas cruzadas y la mirada clavada en el
piso.
- me
das una pitada?
Julián
se exaltó por un instante... miró aquella sombra sin
reconocer,
más perseguido qué asombrado.
- te
asustaste?
Era
Carla… la mujer del colectivo.
Cuando
lo vio en ese segundo que duró la mirada Carla supo que Julián,
estaba
triste, lo conocía, después de 2 años juntos, leía
perfectamente
lo que esos ojos traían encima..
Carla
bajó en la parada a dos cuadras del parque, y tomó dirección hacia aquel
banco
dónde habían compartido tantas cosas juntos, besos calenturas,
discusiones
y promesas.
-qué
haces!? Dijo Julián
- nada te vi y sabía que ibas a estar acá, este
es nuestro banco.
- es
verdad, vine automáticamente, ni lo pensé creo, qué sorpresa
tanto
tiempo...
Julián
moría de alegría por dentro, pero intentaba disimular.
- si
te vi ahí saliendo de tu casa cálculo y nada me dieron ganas de
charlar,
pásame ese cigarro, dale!.
Le
dijo Carla con esa sonrisa maldita que todo lo podía.
Una
hora duró la charla en la plaza, se fueron al departamento de
Julián
pidieron comida y se acostaron.
Era
casi un sueño, no podía creer que Carla estuviese de nuevo
desnuda
en su cama así de la nada, se durmió alegre abrazándola.
Hasta
los sueños fueron lindos esa noche, era la mañana del viernes
y no
había horarios ni alarma, apenas abrió los ojos la buscó a su
lado
para abrazarla, pero Carla ya no estaba.
Levantó
la vista y vio en la mesa una hoja que así decía:
“Gracias
por el cigarro y la comida, gracias por la noche qué
pasamos,
de verdad lo pasé hermoso, la semana que viene me voy a vivir a España con mi
pareja que tengas buena vida Julián!
Te
quiero, Carla”
Julián
se sentó y la leyó dos o tres veces, no terminaba de caer,
esta
despedida era para siempre, justo cuando despertó soñando que
la
suerte empezaba a cambiar.
Miró
por la ventana, era un día horrible, llovía a cántaros y en un
segundo
una lágrima atravesó su cara hasta colarse por la comisura
del
labio, sintió que tenía el sabor del
"Hasta
Siempre!"
lunes, 24 de febrero de 2020
2 am (otra vez)
domingo, 12 de mayo de 2019
Solía ser un pantano
Volando en un libro ciego
Atravesando ciudades abandonadas
Veo tu sombra moverse en la pared
Sin cuerpo que la arrastre, sólo gris…
Una alfombra de arena cálida y dorada
Solía ser un pantano.
Hay marcas por la casa
En la habitación taciturna.
Te buscaba por toda la ciudad
Pero no recordaba tu nombre
El futuro se agotó, fue mejor acostarme
(Son tan lindos a veces los sueños)
Y pantalones apilados rodeandome,
Plaza Güemes aún espera!
Pero mi amor… es domingo
Esperemos la noche y seamos
jueves, 8 de noviembre de 2018
Una metáfora para vivir
Se apretan las páginas de los libros agobiados
en el improvisado estante
gritan en colores por un poco de aire
o un poco de atención.
Se sienten a veces trofeos robados
en una vitrina helada, de una habitación
que cada tanto arde en llamas.
Se broncean sus lomos a la luz
del filo de una resistencia
(Nunca a la luz del sol)
Se sienten a su vez estantes, de chucherías sin lugar..
ellos que ostentan historias, ideas, batallas
y la solución para un mundo mejor.
Prometen una de estas noches
derrumbarse y tronar esas paredes torcidas
Para mostrame su perpetuidad, a mi, un simple mortal.